— ¿Cuándo pensabas comentarme que vas a trabajar para
un actor porno Hermione? —Cormac, quien se encontraba en el apartamento de la
castaña, se había quedado de piedra en la ventana, tras la explicación del
nuevo empleo de su novia.
—Te lo estoy contando ahora, Cormac, hoy acepté la
propuesta. —Hermione estaba un poco harta, no por la discusión en sí, sino por
el hecho mismo de las constantes pequeñas peleas que tenían como pareja, quizás
desde fuera, pudiesen ser simples y normales, pero todas y cada una de aquellas
situaciones los alejaba mas.
—Si, muy bien, pero llevas días conversando con ese
tipo. —Rebatió el rubio.
—No seas exagerado, solo hablamos dos veces, la
primera vez ni siquiera sabía de que se trataba hasta que vi la escena, y en básico,
lo que hice fue huir, la segunda vez, fue ésta mañana y el vino a mí.
—Porque tú lo buscaste ayer. —Cormac, quien había
dejado de mirar a la oscura calle, volteo a observarla, con gran enojo—
¿Sinceramente te parece una situación que no mereciera mencionar?
—No digo que no, está bien, solo que cuando hablamos
la ultima vez, discutimos al igual que ahora, además, yo no voy a trabajar de
actriz porno, solo... Seré su asistente. —La castaña intentando apaciguar la situación
se levantó lentamente de la mesa, acercándose a él, quien la miraba muy serio.
—Es que ese es el problema, ¿qué pasará cuando le
explique a mis padres de tu nuevo empleo?, y perdona que te lo diga, yo no desconfió
de ti, la cosa es el ambiente en el que vas a trabajar. —El rubio, cruzado de
brazos, aceptaba las caricias de Hermione en la cara, pero aun así seguía
molesto con ella, a varios niveles.
—Sobre tus padres, pues dile que soy asistente en una
productora de programas nuevos, no creo
que investiguen, sobre el ambiente, es igual que cualquier otro trabajo, la
diferencia es que algunos van desnudos, pero nada más, te lo juro, por favor
guarda la calma. —Las mentiras nunca se le habían dado bien, de hecho era
ciertamente complicado para ella también el "ambiente de trabajo",
pero no tenía muchas opciones, y de todas las mentiras que le pudo haber dicho
a Cormac, una era verdad, ella solo seria asistente. Por otro lado estaba el
hecho, de que su ahora jefe le había insinuado más que un café, pero eso no se
lo diría jamás, al fin y al cabo sabía que no pasaría nada, y era ridículo
poner al pobre en semejante estrés.
—Como tú digas Hermione. —Mas frio que de costumbre,
Cormac se deshizo con cuidado de los brazos de la chica y se dirigió a buscar
su bolso.
— ¿No piensas quedarte? —Con evidente confusión, pues
ese era el día en que el chico dormía allí, lo vio negar con la cabeza.
—Olvidé que quede con mis padres para comer esta
noche. —Mintió, sin mucho éxito.
—Ya veo. —Dijo Hermione cruzada de brazos, pegándose a
la ventana y de frente a él, sintiendo toda
la mentira rebotar en la casa.
—Si, bueno... Nos vemos mañana en la universidad.
—Hermione asintió mecánicamente, y vio al rubio cerrar la puerta.
Estaba molesta, dolida, e incluso sentía cierto desdén;
si él, simplemente había decidido repudiarla por su trabajo, o solo deseaba
pensar, ¿por qué no se lo había dicho?, ella comprendería, no era fácil,
incluso para ella. Su empleo, por el solo hecho de ser para lo que era, ya
configuraba un tabú, pero aun así decidió hablarlo, pero él, simplemente había
huido de nuevo ante una situación complicada, y eso comenzaba a hartarla.
Sintiendo como la ira subía desde la planta de sus
pies hasta su cuero cabelludo, en forma de una niebla roja, que solo le pedía
liberarla cual olla de presión, y que le hacía picar las manos, tomó lo único que tenia a la mano, y lo lanzó
con toda la fuerza, con una especie de gruñido, contra la pared, partiéndolo en
tres pedazos; el asiento, el espaldar, y el soporte que hasta hacia unos
segundos mantenía unidas las dos patas traseras, así que ahora tenía una silla
menos.
—Maldición... —Dijo como un susurro, sintiendo su corazón
latir fuerte por la adrenalina de la furia, y un cansancio aproximándose.
TOC TOC TOC
Tres golpes certeros a la puerta la hicieron salir de
su propia burbuja roja y alzar la cabeza.
Se juró a si misma que si era Cormac, lo sacaría de su
vida de una vez y por todas.
Con paso rápido se acerco al portal para abrirlo, pero
del otro lado no se encontraba Cormac, sino Luna que miraba por encima de su
hombro la silla hecha pedazos en el suelo, a medida que su seño se fruncía más
y más.
— ¿Qué demonios pasó? ¿Y Cormac?
—Discutimos. —Dijo fríamente la castaña.
— ¿Y eso lo hizo él? —pregunto la rubia señalando los
despojos del objeto.
—No, lo hice yo. —La ceja de Luna se alzó en
incredulidad, y luego meneo la cabeza de un lado al otro con preocupación.
—Estamos mal.
.:;.:;. .:;.:; .:;.:;. .:;.:;. .:;.:;. .:;.:;. .:;.:;.
.:;.:;. .:;.:;. .:;.:;. .:;.:;. .:;.:;.
—Lo se... Lo se...Pero no. —Ron caminaba de un lado a
otro con el teléfono en su oreja, intentando mantener una conversación
medianamente calmada con su madre, quien parecía una fiera del otro lado del
aparato.
—Es la
tercera vez Ronald Weasley, no es posible, que tu trabajo sea más importante
que tu familia... Me tienes, realmente decepcionada.
—Mamá lo sé, y lo siento, pero de verdad lo olvidé, estas semanas han sido un desastre.
—No me
interesa, en dos semanas haré otra cena y espero verte, de lo contrario no volveré
a llamarte y dejaré que hagas lo que te dé la gana. —Como era posible, que aun con su edad, lo chantajease
de esa manera.
Todo hijo debía pasar por la experiencia de la
psicología inversa, lo sabía, sin embargo aquel no era el momento para él, prefería
mil veces escucharla furiosa que decepcionada.
—Está bien, te prometo que iré sin falta esta vez.
—Con un suspiro, y recostándose en el mueble de su casa, veía al techo con una
de las manos sobre la frente.
—Eso
espero, te veo en dos semanas hijo.
—Adiós mamá. —Con las mangas de la camisa
arremangadas, y luego de lanzar el celular apagado contra el otro mueble, se
levantó para tomar un trago, del bar.
El buen whiskey escoses siempre había sido de su
agrado, pero aquella noche, más que gusto era necesidad.
Había cumplido años unos meses atrás, y fue genial, la
fiesta, las chicas, todo en conjunto seria el sueño de cualquiera, la cosa era,
que cuando has vivido eso una y otra vez, llegaba aburrir, y era lo que le pasaba.
Tenía la mejor vida que un hombre de su edad podía
pedir, de hecho en su reunión de alumnos, muchos ex compañeros hombres de la
secundaria, le habían dicho que matarían por tener su vida, pero él no, ya no,
ahora su realidad era normal. Tenía treinta y dos años, y pronto entraría en la
etapa realmente madura, sin hijos, ni nadie a su lado. Sabía que el porno era
un arte y una pasión para él, pero las chicas no lo acompañarían para
siempre, así como los planos no lo hacen
con los arquitectos, y las armas a los militares, o cualquier otra carrera.
—Pero... Mientras esté tengo que disfrutarlo. —Dijo
para sí mismo en el balcón con el vaso aun en su mano, escuchando como el hijo recién
nacido de sus vecinos no paraba de llorar.
Exhaló una sonrisa, pensando en que ellos no habían
tenido sexo en mucho tiempo con ese pequeño en la cuna, y entró porque el frio
comenzaba a helarlo, el llanto a ponerlo sentimental, y el trago a marearlo, el
punto era, que adentro, seguía con frio, sentimental y mareado, de tanta diversión
en su vida.
.:;.:;. .:;.:; .:;.:;. .:;.:;. .:;.:;. .:;.:;. .:;.:;.
.:;.:;. .:;.:;. .:;.:;. .:;.:;. .:;.:;.
— ¡Rolf Scamander! —Había gritado un tipo ebrio detrás
de la barra de un bar. —¿Como va la perra más grande de las calles de Londres?,
¿Donde están las chicas eh? —Rolf rodó los ojos con las manos en el interior de
su chaqueta, Draco Malfoy era su mejor
amigo, pero no podía negar que con un par de tragos encima se volvía toda una
piltrafa humana.
—Draco, sal de ahí, necesito llevarte a tu casa antes
de que tu padre te vuelva a armar la bronca. —Había dicho con desdén.
—Hasta donde sé, soy mayor de edad, y ese viejo obtuso
no me puede armar ninguna bronca por estar ligeramente alegre. —arrastrando las
palabras y con paso errante, Draco caminaba detrás de la barra atestada de
camareros que solo querían sacárselo de encima, pues les entorpecía la noche, además
claro, de hacer que todos enfocaran la vista en el borracho.
—Te creo, pero ahora sal, estas retrasando la faena de
los barman, y si me haces hablar más fuerte por la música, tu último problema
va a ser tu padre.
Draco, reía mientras saltaba la barra, llevándose
algunos tragos, y gritos de molestia, por un par de mujeres.
—viste, soy todo un atleta, ahora, vamos por esas
chicas. —Rolf una vez más rodó los ojos, tomándolo por los hombros y empujándolo
fuera del "Barón sanguinario".
—Si, Draco iremos por esas chicas.
Rolf saco al chico del establecimiento, llevándolo a
su auto, que se encontraba en el estacionamiento del local, sin embargo no fue
todo tan fácil y tuvo casi que llevarlo a empellones al coche, la buena noticia
fue que apenas cayó en el asiento del copiloto, y tras asegurarlo con el cinturón
de seguridad, se quedó dormido cual niño de dos años.
—No podrías ni con una adolescente de quince años,
idiota. —Dijo cerrando la puerta y riendo por lo bajo.
Malfoy era un nombre muy conocido en la ciudad, ¿el
por qué?, su padre era miembro activo del parlamento, un prominente político
conservador, y su hijo, según propias palabras, era un vago bueno para nada que
se encargaba de sacarle todo el dinero que podía.
No tenía hijos,
y no había miras de casarse como una persona decente, y que al contario prefería,
beberse su tiempo en bares de mala muerte de los cuales Rolf lo tenía que
rescatar muchas veces, como aquella.
Rolf era estudiante de medicina en su penúltimo año, y
su familia era al igual que la de Draco importante, aunque no en el mismo
gremio, su abuelo era uno de los mejores biólogos del país y su padre siguiéndole
los pasos era oncólogo.
Desde que había decidido seguir a su familia, siempre
intentó no figurar por su apellido, sino por su propio esfuerzo, y gracias a
ese afán, había decidido a temprana edad independizarse, y pagar sus estudios,
el inconveniente era, que la Gran Bretaña era un reino costoso para vivir, y más
temprano que tarde se dio cuenta de esa realidad, así que en el presente,
estudiaba y trabajaba... Como actor porno para la productora de Ronald Weasley,
sin embargo, todo aquello sucedía en la mayor clandestinidad, y rogando porque ninguno
de sus padres, familiares, o conocidos, disfrutara
del cine porno, y en tres años que llevaba haciéndolo, nada había pasado; si tenía
suerte nada pasaría, pero como el mismo sabía por sus estudios, no siempre todo
salía como se quería...
.:;.:;. .:;.:; .:;.:;. .:;.:;. .:;.:;. .:;.:;. .:;.:;.
.:;.:;. .:;.:;. .:;.:;. .:;.:;. .:;.:;.
Aquella mañana no había sido la mejor, de hecho transcurrió
aburrida y de una manera espantosa, Cormac no la había llamado, tampoco lo vio
en la universidad, y después de la asquerosa noche que había pasado, trasnochando
a Luna con sus problemas, no solo era la rabia con el rubio lo que la llevaba
por el camino de la amargura, sino el espantoso
cansancio que la acompañaba.
Con los síntomas típicos del desvelo, Hermione había
subido al transporte público a las once de la mañana para llegar en hora a su
primera jornada de trabajo, pero casi se pasa pues la somnolencia le había
jugado una mala pasada; así que apresurada tocó el botón de parada y corrió a
la puerta del autobús, bajándose una cuadra después de su destino, dando como
resultado que debiese caminar el doble.
Con paso apurado, y con los libros firmemente anclados
a su pecho por ambas manos, caminó las dos cuadras que la separaban de los
galpones de la productora, encontrándose una vez más con el vigilante de dos días
atrás.
—Buenos días... —Dijo en la ventanilla.
El vigilante que había alzado su cabeza de un libro de
anotaciones, cambió su expresión al verla frente a él.
—Pase por favor.
— ¿No va a preguntarme los datos o llamar a su jefe
esta vez? —Preguntó socarrona.
—Siento lo de la ultima vez señorita Granger, no tenía
idea de que era la nueva asistente del jefe, pero, ésta mañana me ha dado orden
expresa de que la dejara pasar en cuanto llegase, así que siga por favor. —Repitió.
—Gracias... —Hizo una pausa esperando saber el nombre
del chico.
—Michael, Michael Corner, pero todos me dicen Mike.
—Se presento.
—Pues es un gusto Mike, ahora... Pasare a ver como es
toda esta cosa de ser asistente de un actor porno. —Con una sonrisa el chico asintió, y Hermione
comenzó a caminar por la acera que una vez más la llevaba hasta Ronald Weasley.
Cuando se encontró frente a la entrada del galpón sintió
tener un deja vu, pues escuchaba de nuevo gemidos, sin embargo se adentró con paso firme al
interior del lugar caminando por el angosto pasillo de oficinas, notando como
los sonidos se hacían cada vez más frecuentes, hasta que como aquella primera
vez vio de nuevo a un concentrado Ronald de brazos cruzados y de espaldas a
ella, contemplando una fuerte escena de sexo, con solo tres diferencias; la
primera, la escenografía, la segunda los actores, y la tercera su propio miedo,
la noche anterior, sabia a lo que se expondría y decidió, tomarlo con calma, así
que cuando tocó la espalda de Ron lo hizo firme.
Ron, sintiendo el contacto, volteo rápidamente y sonrió
viendo a la menuda chica que se aferraba a sus libros como si la vida se le
fuera en ello, con la cara más adorable del mundo que intentaba transmitir
seguridad, pero que no lograba hacerlo.
—Bienvenida a tu primer día de trabajo Hermione...
.:;.:;. .:;.:; .:;.:;. .:;.:;. .:;.:;. .:;.:;. .:;.:;. .:;.:;. .:;.:;. .:;.:;. .:;.:;. .:;.:;.

No hay comentarios:
Publicar un comentario