miércoles, 23 de diciembre de 2015

Ilógicas Mentiras

—Lo que hay que hacer en éste país por un poco de ayuda. —Rezongó Ron cuando comenzó a bajar las escaleras de su edificio de apartamentos.

—Buenos días señor Weasley. — Había dicho el vigilante al verlo tomar el siguiente tramo de escaleras al estacionamiento.

Ronald vivía en Islington, un pequeño municipio, no muy lejano  del centro de  Londres. Era un barrio de clase media alta, con sus lujos, y bonitos cafés donde poder ir de vez en cuando.

Al momento de independizarse no fue nada fácil para él, en aquél entonces ya ganaba bien y podía darse el lujo de comprar en aquella zona, y eso intentó en varias oportunidades, sin embargo, la hipocresía de la gente era enorme, cuando se enteraban de su profesión le negaban el acceso a compra en los conjuntos residenciales. El sabía bastante bien, que se enteraban porque lo veían en las películas, porque rechazaban lo que tenían mas escondido en los armarios de sus casas.

Luego de dos años de búsqueda incansable y de vivir junto a Harry en un apartamento en el sector de Ealing, encontró el lugar donde estaba en ese momento viviendo, un edificio donde a nadie parecía interesarle su modo de vida.

Tras encender el auto, tomó la hoja que tenía en su bolsillo, comprobando una vez más que sabía donde iba, pues precisamente la chica residía cerca de donde  había vivido con Harry. Solo eran diez minutos en coche y a esa hora con las calles despejadas no sería más que un par de minutos, así que observando a ambos lados de la calle puso en marcha el carro hacia la avenida.

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¡Toc-toc-toc-toc!

Hermione fue despertada por el estruendo de la puerta. Parpadeando varias veces, soltó un gran bostezo antes de levantarse a paso lento, tomó un albornoz de la silla de la sala y se dirigió a la puerta que seguía sonando incesantemente.

—Es  hora Granger. —Dijo Filch a una resignada Hermione.

—¿No lo podemos negociar?

—¿Tienes el dinero? —Se cruzó de brazos el viejo.

—No. —Afirmó simplemente la chica.

—Entonces recoge tus cosas, el camión esta abajo y te ayudaran a llevarlas a donde sea que quieras.
—Espera... Es ya, es decir pensé que primero dejaría yo el apartamento y me darías solo unos días para buscar otra cosa. —Hermione tenía los ojos como platos, aquello no se lo esperaba—. ¿A dónde se supone que iré a ésta hora con mis muebles?

—Te lo dije Granger, o era hoy, o era hoy, te largas, el lugar al que vayas es tu problema.

— ¡Maldición Filch no!, solo... Solo dame un par de días y lo desalojo por completo, no tengo a donde ir, y sabes que en el apartamento de Luna no caben. —Filch no prestaba la más mínima atención a lo que la chica decía, mientras caminaba de espaldas a ella por el pasillo, con Hermione rogando una y otra vez.

— ¡He! —Gritó a un hombre alto y fornido que se pegaba junto a un camión en la entrada del viejo edificio—, Ésta es la chica, ella le dirá donde están las cosas.

Hermione lo miraba como si fuera broma. El vejete hablaba como si ella estuviese en plan colaborador.

— ¡Yo no diré nada! —Gritó  la castaña al viejo.

—Entonces lo hare yo... Tú —Dijo señalando al hombre del camión, quien  miraba a Hermione de arriba  hacia abajo con una sonrisa algo pervertida, que hacía que la chica se maldijese por no cambiarse a tiempo—, Ven conmigo. —El tipo asintió sin pegas, poniéndose detrás de Filch quien comenzaba a subir las escaleras con aire decidido.

Hermione, tomando fuerza y aire de donde jamás pensó encontrar, corrió escaleras arriba interponiéndose en el camino de ambos hombres.

—Quítate Granger. —Dijo ya sin paciencia Filch.

—No me pienso quitar hasta que me des un plazo para buscar donde dejar mis cosas. —El viejo la miró frio.

—Bien...

—¿En serio? —Quedó perpleja la chica.

—Bien... Te quitaré por la fuerza. —Filch era un viejo delgado y daba pena verlo, pero en ese instante, en el preciso momento en que Hermione fue colocada por los aires por Filch sobre el hombro del otro tipo, supo que las apariencias engañaban.

La castaña miro algo de lo cual aferrarse, para defenderse del vil ataque, pero todo lo que pudo hacer fue alzar la cabeza sobre el hombro del hombre fortachón que parecía seriamente sorprendido por la acción del viejo, y encontrarse con un par de confundidos y chispeantes ojos azules.

—Ronald Weasley. —Susurró sorprendida...


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¿Pero qué demonios le pasaba al mundo?, era lo único que se preguntaba en ese preciso instante.

Había entrado al edificio donde se suponía vivía la chica, con la esperanza de poder encontrarla fácilmente, la cosa era que no imaginó lo fácil que la encontraría. Su futura asistente pendía sobre el hombro de un tipo gordísimo, mientras lo miraba con cara de idiota... ¿No se supone que alguien en esa circunstancias debe defenderse?

—Buenos... Días... —Filch volteo enseguida, divisando al hombre pelirrojo y bien vestido que se encontraba al pie de las escaleras.

— ¿Que quiere? —Soltó descortés.

—Hablar con la chica sobre el hombro de ese tipo. —No parecía muy coherente la situación, lo sabía, pero que mas daba, la mayoría de las personas no verían coherente su profesión, así que él también había aprendido a no juzgar.

—Lo siento pero estamos en un proceso de desalojo, luego podrá hablar con ella.

— ¿Desalojo? —Torció el gesto el pelirrojo.

—Podrían dejar de conversar como si yo no estuviese aquí. —Hermione se señaló aun sobre el hombro del tipo quien al no entender muy bien el rollo que tenían, la bajó con delicadeza.

—Olvídalo Granger... Verá, no me ha pagado, y la estoy desalojando, así que una vez que lo haga puede hablar lo que quiera con ella. —Filch le hizo una seña al hombre para que lo siguiera, cosa que Hermione imitó para hacer lo mismo de un principio, interponerse, el punto era que Ron, estaba en la parte de abajo sin entender absolutamente nada.

No bastaba con el escándalo que se había armado, algunos vecinos, compañeros de clases de Hermione, abrían la puerta somnolientos para ver lo que sucedía.

—Para de una vez Filch, son las seis de la mañana... —Había dicho un chico rubio antes de cerrar el portal.

Hermione quien no se molesto en mirar hacia los costados, se interpuso en la puerta con los brazos cruzados.

—No me pienso quitar... Así de simple Filch y si me vuelves a tocar te denuncio. —Dijo muy resuelta.

—Entonces tendré que llamar a la policía. —Hermione abrió y cerro la boca varias veces, sin saber que decir; el podía hacerlo, y con justa razón, su contrato se había vencido a las doce de la madrugada.

Ron quien había subido las escaleras se acercó harto de no entender, y con prisa se interpuso entre ambos.

— ¿Cuánto le debe? —Preguntó con la cartera en la mano.

—ochocientos Euros. —El pelirrojo abrió los ojos como platos y volteo a mirar a la chica de golpe.

— ¿Pagas ochocientos Euros por éste cuchitril?

— ¡Oiga éste cuchitril es mío! —Gritó Filch enojado.

—Me da igual lo que piense, tome, y déjela en paz. —Ron abrió su cartera y sacó ocho billetes de cien sin temor alguno y se los puso en la mano a Filch ante la sorprendida mirada de la castaña, la somnolienta de Luna quien acababa de salir, la indignación del viejo y la confusa mirada del tipo del camión quien aun no entendía que demonios hacía ahí.

— ¿Qué hace? —Preguntó la castaña mirándolo como la primera vez que se habían encontrado.

—Necesito tener una conversación contigo, y mientras éste hombre intente desalojarte no podre, así que te soluciono, y aun mas importante me soluciono la vida.

—Yo no quiero que me pague nada. —Ron rodó los ojos como si acabara de escuchar la cosa más estúpida del mundo, pero antes de contestarle miro a Filch.

—Ya se le ha pagado, ahora, por favor déjeme con ella. —El tipo frunció de manera espantosa los labios y se encaminó por el pasillo, señalando una y otra vez a Hermione— Ahora, tú —Dijo apuntándola—, No es un regalo es un préstamo si así quieres verlo, por ahora necesito hablar contigo.
Hermione miro a Luna quien había pasado del sueño a la perplejidad y con rápidos y seguidos asentimientos de cabeza le dio a entender a Hermione que no se hiciera de rogar. La castaña suspiró y con un gesto de su mano le indicó a Ron que pasara.

Ver a Ron le revivía cierta indignación, por su rechazo el día anterior, no obstante el hombre había pagado su cuenta con Filch y eso al menos merecía un café.

Ron pasó al pequeño piso de soltera, y lo primero que notó fue el extremo orden y algunos libros sobre la mesa, además del color blanco que inundaba todo el espacio y hacía que todo pareciese inmaculado, nada que ver con su oficina.

—Usted dirá... —Hermione se cruzo de brazos en la sala viendo atentamente la sonrisa burlona de Ron, y la ceja alzada al apreciar su apartamento.

— ¿No quieres vestirte correctamente primero?... Bueno eso haría yo. —Hermione miró hacia abajo recordando su precaria vestimenta con las mejillas arreboladas.

—Vale, espere aquí. —Ron sonrió una vez más y tomó asiento sin haber sido invitado, mientras la chica se encaminaba por un pasillo corto hacia la que parecía su habitación.

Entre tanto, se dedico a mirar un par de fotos que había en la pequeña mesa de centro entre los dos sofás; Eran tres, en todas aparecía, una con una pareja algo madura que intuyó serian sus padres, otra con un rubio en plan cariñoso, y la última con un grupo de personas, todos con libros, y muy sonriente, aunque Hermione se veía un poco más joven.

— ¿Además de solucionar problemas ajenos también le gusta espiar? —Hermione había sacado una de las fotos de las manos de Ron.

La verdad era que no estaba por la labor de ser condescendiente con él, después del mal trato del día anterior, era lo mínimo que debía esperar, de hecho sino hubiese sido por Luna ni siquiera estaría en su apartamento.

—Sí, pero... No me encargo del mal humor matutino de las personas. —Soltó engreído e irónico en el sofá.

— ¿A que ha venido señor Weasley?

— ¿No se supone que deberías ser algo mas agradecida con alguien que te acaba de salvar de un desalojo?

—No le pedí que me salvara. —Hermione, quien había regresado con un pantalón blue jean y un suéter tres cuartos, se cruzaba cortante de brazos ante él. Sus prejuicios sobre aquel hombre se acrecentaban con  su disgusto, sin importar lo caballeroso o héroe que intentara parecer, era un tipo con una profesión donde implicaba tener relaciones a diario con mujeres distintas, y eso en su educación era llamado promiscuidad.

—Bien, veo que no estás dispuesta a cooperar, así que iré al grano. Ayer fuiste al set y te negué la entrada, te pido disculpas, asumí que era alguna loca con necesidad de un papel y para ser bastante sincero no  me hace mucha gracia, inventarme excusas para quitarme de encima a alguien y odio ser tan descortés.

Así que es un caballero de guantes blancos, y odia ser descortés. —Ironizó Hermione en su mente sin  interrumpir pero enarcando una ceja y dejando ver una sonrisa muy burlona.

Ron pasó por alto aquel gesto y prosiguió.

— ¿Me preguntaba si ayer habías vuelto por el trabajo? —Ante las circunstancias que vivía, la respuesta era sí, pero había sido cortante con él, la cosa estaba en que tenía un mes para conseguir un trabajo mejor que ese, pero sabía que no podría, y eso, que estaba segura haría en pocos minutos, en su educación se llamaba vender tu dignidad al diablo.

—Sí, fui por ello. —Ron sonrió ampliamente antes de coger su mano en un apretón.

—Entonces el puesto es tuyo.

—! No ¡pare ahí, ¿que se supone que haré como su asistente?, nadie me ha explicado nada, solo se lo que decía el anuncio... —Ron se agachó un poco con las manos extendidas en forma de exasperación.

—¿Que se supone que decía el bendito periódico?

—No sabe lo que decía tu propio anuncio. —Afirmó con la ceja arqueada—, Ahora veo porque necesita una asistente.

—Yo no monto eso señorita lumbrera, lo hace Harry mi manager... Ahora por favor dime, que era exactamente lo que decía. —

—Que habría flexibilidad de horarios para estudiantes, y buena paga.

— Bien, lo tendrás, pero necesito una asistente, y la necesito ya.

— ¿no tendré que acostarme con usted o sí?, Porque definitivamente no lo haré.

— No tienes que acostarte conmigo, a menos que así lo quieras. —Ron la miró con una sonrisa pícara, sin embargo Hermione no reaccionó ni un centímetro—Mira, no acostumbro a meterme con mis empleadas, pero debo admitir, que si un día quieres tener algo conmigo dentro, como fuera del set, solo tendrás que pedirlo. — el pelirrojo, no tenía problemas en admitir lo que le gustaba, y eso podía ser bueno, pero, asustaba a Hermione.

— Dudo que alguna vez acepte su oferta, pero como su asistente sí puedo trabajar.

— Por ahora está bien para mí, sobre tu sueldo, no sé cuánto es buena paga ahora, pero mi anterior asistente cobraba tres mil euros mensuales, ¿Eso te sirve? — Hermione, abrió los ojos como platos, ¿que si le alcanzaba?, por supuesto que sí, era una fortuna.

Si Hermione quería encontrar excusas para decir que no, aquella oferta, había matado toda posibilidad.

— Bien, Señor Weasley, ¿cuándo debo empezar? — ron sonrió satisfecho, ya tenía asistente, una bonita asistente.

— Cuanto antes mejor, tengo que explicarte como trabajar conmigo, lo que necesito, y mis gastos para... Algunas cosas. — Hermione alzó una ceja, pero ya sabía de qué se trataba el tema, ella había aceptado, sola se estaba metiendo en ese problema, así que debía aprender a llevarlo, con un asentimiento de cabeza sonrió.

— Está bien, señor Weasley. — Ron la miró sonriendo indulgente.

— Por favor, llámame Ron, todo el mundo en el plató me llama así, de otra manera me hace sentir muy viejo, y sólo tengo treinta y dos  años. — por primera vez, en aquella tensa y fría mañana, Hermione sonrió y aceptó de buena gana el pedido del pelirrojo.

Sin saber qué más decir, Ron miró hacia un costado, como si el color blanco de la pared fuera lo más interesante del mundo, al tiempo que Hermione se retorcía sus manos lentamente mirando al suelo. El silencio incómodo era tan palpable, que el chico se paró de golpe, dejando a Hermione un poco asustada.

— Bueno Hermione, creo que debo irme, por favor, organiza hoy tu día, mañana te necesito en el plató a primera hora, a menos que necesites otro horario.

— Bien, verás, yo estudio en la universidad —Ron asintió, eso lo había leído en su hoja de vida—, y en este momento, mi horario es completamente matutino, ¿Crees que pueda usar un turno de tarde? 

—Ronald lo meditó por un segundo, y realmente no tenia grandes problemas, pues podía programar las escenas y ella, dejar sus cosas listas en la tarde noche del día anterior.

—Está bien, ¿te parece a la una de la tarde?

—Sí, eso sería perfecto.

Hermione quien se había puesto de pie unos segundos antes, extendió su mano hacia el hombre, al tiempo que él le devolvía el apretón.

—Bueno, siendo así, me retiro, muchas gracias por tu tiempo, y suerte con tu casero.

—Nada de eso, gracias a ti por lo que hiciste por mi hoy, la verdad te debo una. —No lo pensaba admitir, pero... El sueldo, la flexibilidad y salvarla de un desalojo, le daba cierta cantidad de puntos.

—Y ten por seguro Hermione que me la cobrare con creces y a ti te va a gustar. —Aquello lo dijo apoyado en la puerta, pues el mismo se había dirigido hasta allí, abriendo el portal, pero antes de que la reacción de Hermione llegara a formar palabras él había desaparecido.

—Y así es como él arruina una buena impresión. —Dijo en voz alta en referencia a su último comentario.

—O tal vez no tan arruinada. —Se atrevió a expresar su injusto subconsciente , quien ya sabía de antemano,  que estaban en serios y complicados aprietos con ese hombre.
—¿Cómo demonios hiciste? —Harry estaba en el otro lado de la línea, estupefacto, mientras Ron le contaba su heroica obtención de una buena asistente.
—Bueno ya te he dicho, simplemente fui a su casa, y aunque ella estaba un poco enfadada por lo del día anterior, no fue tan difícil, ya sabes... Utilicé el encanto Weasley, y no duró mucho esa muralla en pie. —Dijo socarrón.
—Idiota... Bueno, al menos no tendré que preocuparme por una asistente  nueva para ti cuando regrese.
—Eso sí, aunque, dime algo, las negociaciones con el tal Riddle van bien.
—Estupendas, aunque para ser sincero, aquí es todo menos...Elegante. Ginny se quedó de una pieza cuando entramos a la oficina del tipo, tenia fotografías por todos lados, y nada de censura, fue incomodo, pero... Te puedo asegurar que serás bastante conocido en éste país.
—Me alegro por todo,  incluso lo de Ginny, es hora de que se entere que su esposo y su hermano viven del porno.
—Bueno con tal que no se lo digas así, todo bien...
—Como digas... Debo irme para explicarle al chico nuevo que es un pene, y porque lo tiene en medio de las piernas. —Comentó irónico el pelirrojo mientras en su oficina sostenía la hoja de vida de Hermione entre sus dedos.
Con una carcajada sonora y un adiós, la línea perdió conexión y Ron volvió al trabajo, no sin antes observar como su celular vibraba por décimo segunda vez aquel día, con la fotografía de su dulce madre en la pantalla,  que en ese momento no era tan dulce.
El día anterior entre el estrés y la carrera que había tenido que pegar por Hermione, había olvidado por completo la cena en casa de sus padres, y eso tenía sumamente contrariada a su madre, y dios sabía que a ella, no era nada bueno hacerla enojar, y por aquella  razón en aquel momento se encontraba cual niño de cinco años huyendo de la furia de la señora Weasley. Así que dejando una vez más el teléfono abandonado en el escritorio, huyo hacia el set.

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Eran las tres de la tarde, sus clases en la universidad  habían acabado, y se encontraba sobre el sofá de la casa de Luna con la cabeza hacia atrás en el respaldo, y una taza de chocolate en las manos.

—Deberías calmarte, él ya te dijo que no tenías que grabar nada, y sobre la propuesta indecente, siendo tú la aceptaba.

—Claro y le digo a Cormac que vea mientras él me hace quien sabe qué cantidad de cosas, así que obviamente no, además ese tipo no me gusta. —Luna quien acababa de salir de la habitación la miró como si estuviese loca.

— ¿Qué no te gusta?, ¿Eres lesbiana acaso? , Hermione, es un adonis, con pene grande.

—Gracias por ser tan grafica... Y no, no soy lesbiana, además que tiene de malo que no me guste, todas tenemos gustos distintos.

—Mientes y eres peor que Obama en eso.

Hermione estalló en carcajadas, debía reconocer que Luna era muy ingeniosa para hacerla ver ciertas cosas.

—No miento Lu, él no me gusta. Debo admitir que es bien parecido, pero nada que me haga arrodillar ante él.

—Créeme linda, harás más que arrodillarte ante él, aunque ese sea solo el comienzo del asunto. —Luna levantó las cejas repetidas veces, ante la sonrisa de la castaña.

—Lo dudo.

—Ya veremos cuando lo veas desnudo en vivo y en directo.

— ¿Que te hace pensar que lo  veré desnudo?

—Para ser la chica más inteligente de la universidad, te pilla con las manos abajo. Se supone que serás su asistente, obviamente en algún momento lo verás montarse a alguien en vivo.

— ¿Sabes qué? me largo. —Hermione se levantó, del sillón y con el mentón dramáticamente en alto se dirigió hacia la puerta—, No pienso soportar sus insolencias un segundo mas, señorita Lovegood.

—Huye lo que quieras, pero un día llegarás aquí dirás... ¡me vuelvo loca, lo quiero adentro! —Luna sabía que aquello,  ofendería de manera muy cómica a Hermione así que simplemente lo dijo y espero un par de segundos.

— ¡Luna Lovegood serás soez, me largo! —Con un portazo Hermione salió de la sala de Luna y tras girar la perilla ya estaba en la suya.

Vale, debía admitir, que el tipo era sexy como el demonio, un adonis como dijo Luna, y después de verlo en acción por un par de segundos en el PC de la rubia, también sabía que era lo que se describiría como un semental, pero era un prepotente, y a veces al menos en las escasas dos veces que habían tratado, también  un lanzado, como se le ocurría decirle que si quería un revolcon con él lo obtendría.

—Eso jamás sucederá. —Expresó en voz alta la chica antes de dirigirse a la ducha.


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