miércoles, 23 de diciembre de 2015

Malditos teléfonos

— ¡Cormac! —Hermione salió tras el rubio bajo la atenta mirada de algunos alumnos, y no menos importante de Luna y Ron, quienes habían visto con cierta indignación como el regalo de disculpa fue olvidado en el pupitre.

Ron resopló mirando a la rubia por un segundo.

— ¿Quién mierda es ese petardo? —Con brazos cruzados y seño fruncido.

—Cormac, su novio. —Luna veía contrariada como una vez más causaba el desequilibrio en la vida de su amiga.

Para la rubia, el proceder de Hermione en la vida siempre había sido limpio, desde la primera vez que se vieron, supo observar la metodología de la castaña para todo, sin embargo, Cormac fue el desequilibrio constante.

Siguiendo la evolución de su relación, en un principio era amor puro por parte de la chica, despistada he ida a partes iguales, luego los celos, y en los últimos meses las discusiones constantes con la mezcla exacta de exasperación para que la chica rompiese una silla en mitad de su sala.

El rubio nunca le cayó bien, y mucho menos en aquel momento, que veía como la muchacha desvariaba entre un ir y venir de emociones obvias cada día.

— ¿Crees que pueda hablar con ella hoy? —Preguntó Ron acercándose al pupitre recogiendo el regalo para llevarlo consigo.

—No creo que sea buena idea, seguro debe estar intentando explicarle a Cormac que no quieres meterte en sus pantaletas... —Luna intentó seguir pero Ron tapó su boca con una mano y colocó el dedo índice en el aire frente a ella.

—Solo debes saber una cosa de mi Luna, además de mi profesión, y es que definitivamente quiero meterme en sus pantaletas... Solo eso quiero aclararte. —Ron destapó la boca de la chica que había alzado las cejas en un acto reflejo— Bien, puedes continuar.

Luna exhaló una sonrisa y meneo la cabeza de un lado a otro.

—Hermione tenía razón... Eres un dandi.

—Si no lo fuese, entonces sería médico, o economista, debo serlo señorita Luna. —Su rostro era el reflejo de la inocencia y la simplicidad, como si de un niño diciendo la verdad se tratase.

—En fin, espero que Hermione logre sobrevivir a ti —La chica miró hacia un lado eludiendo la sonrisa del pelirrojo—. Por ahora, y como venía diciéndote antes de que interrumpieras con tu descarado argumento, me temo que no podrás hablar con ella hoy, debe estar diciéndole a Cormac el por qué deseas estar en  sus pantaletas, y jurándole que solo él las verá. —Luna tomó un suspiro audible, como si intentase no decir algo pero...Era ella— Sinceramente señor Weasley, espero que Cormac no sea el único en ese lugar.

Ron la miró con su ceja enarcada, sin embargo no agregó nada más que una simple reverencia antes de dar media vuelta y marcharse.

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—Cormac, malditasea ten la amabilidad de escucharme siquiera. —Decía la castaña, mientras caminaba a paso apresurado tras su novio por un camino que los dirigía a la biblioteca.

Cormac frenó de golpe tomándola por el brazo con fuerza y metiéndola a un cuarto de limpieza muy pequeño.

—Bien, te escucharé, pero espero que me digas cuantas veces te lo has tirado. —Una sonora bofetada dejó marcada la mano de Hermione en su cara.

—No te atrevas a insinuar que soy una cualquiera. —Su dedo estaba en alto apuntándolo, intentando que una vez mas no la humillase con sus injustificados celos.

—Lo vi... Te observé leer la nota y sonreír, miré como admirabas con asombro esos libros, también cuando afirmaste que tendría que esperar, y las ganas inhumanas de ese tipo por metértela hasta en los ojos, y por si fuese poco... ¡La maldita nota insinuaba que lo habías visto desnudo!... ¿Qué mierda quieres que piense Hermione Granger? —Los ánimos y las exclamaciones dentro de aquel clóset eran muy caldeados, de hecho las manos a la chica le picaban por volver a dejar una marca en la otra mejilla.

Hermione tomó un largo suspiro sujetando su cabello con el puño y su cintura con la otra mano, intentando dejar atrás la ira que la recorría, como aquel día en que rompió la silla en su apartamento.

— ¿Sabes Cormac?... Simplemente confía, porque no he hecho nada, no pienso darte más explicaciones, y si, aunque no lo preguntes, volveré para trabajar con él, si no eres capaz de confiar en mí después de todo éste tiempo, ya comprendes, me parece, lo que debes hacer. —Abriendo la puerta con la mirada intensa aun sobre los ojos del rubio salió con pasos más bien firmes al pasillo.  Caminó hacia el salón recordando el regalo, a Luna y Ron quienes había dejado atrás por el obtuso de Cormac, sin embargo cuando llegó, solo estaba Luna mirando atentamente la pizarra y sin siquiera observarla cuando la chica pidió permiso al profesor que ya había arribado al aula.

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En sus años de experiencia, había aprendido a reconocer cretinos y cobardes, ¿por qué?, porque él había sido un cretino muchas veces y a los cobardes porque en treinta y dos años se veían unos cuantos.

Si él hubiese sido el novio de Hermione habría pegado al idiota que la rondaba contra la pared dejándole claro quién era su dueño, y a ella definitivamente sabría tratarla, aquel era un niñato idiota.
Si realmente quisiera algo con la castaña le sería fácil engatusarla.

—Ron... —Un amigo compañero de trabajo del pelirrojo lo llamaba desde la puerta.

—Hey Rolf, pasa por favor. —Con un ademán de su mano, invitó al chico para que se adentrara en el recinto.

Rolf  dio un par de pasos en la pequeña y desaliñada oficina, y estrechó la mano de quien era su jefe.

— ¿Ya te han dado la pauta para hoy?

—No, por eso vine, me dijeron que tienes algo especial para mí. —Ron asintió con una sonrisa y le dio una carpeta al chico.

—Realmente no es para hoy, es un proyecto de reallity para adultos. Está casi listo y me gustaría comenzar a filmar el próximo mes, pero necesito a los mejores, y tu eres uno de los más experimentados. —Ron no había alcanzado su éxito en su ramo por simple longitud, si es que se puede entender, más bien su afán de siempre buscar la innovación, por ello Harry estaba en América, y tenía siempre proyectos.

—Y de que se trata... —Preguntó el rubio  ojeando la carpeta.

—Mira, en principio es algo sencillo, pondré a mis mejores actores y actrices, con chicos  y chicas interesados en esto, ustedes tendrán que probarlos en distintas áreas, e ir eliminando aspirantes, hasta que al final quedará una pareja que rodará una película completa en coproducción con una productora Americana, y tendrá contrato permanente con nosotros.

—Bien, pero... ¿Todos tendremos la misma posición, o algunos serán jurados y otros probarán a los chicos?

—Veras, todos tendrán la misma posición de jurado, porque todos tienen un fuerte en sus carreras, pero Astoria y tú serán los principales. —Ron tenía las manos en los bolsillos de su pantalón, sentado a medias en su escritorio explicando el nuevo proyecto y observando como Rolf asentía con el seño fruncido, pensando en las diferentes facetas de aquella nueva oportunidad.

— ¿Habrá alguna preparación previa?

—No es necesaria, más que la explicación de como funcionarán las puntuaciones y otros detalles técnicos, pero con respecto a ustedes, será casi como siempre.

—Genial, cuenta conmigo... —Rolf se colocó de pie dando una palmada en el hombro del pelirrojo quien sonreía.

—Excelente, ahora ve a que te cojan.—Con una sonora carcajada y meneando la cabeza de un lado a otro el rubio salió cerrando la puerta de la oficina, y chocando con una chica castaña.

—Lo siento... —Dijo Hermione intentando mantener el equilibrio.

—No te preocupes, ha sido culpa mía. —Dijo Rolf sosteniéndola por el brazo pues parecía que iba a caer— ¿Vas para la oficina del jefe?

—Sí, ¿se encuentra ahí? —Mas recompuesta la joven acomodó su camisa que había soltado un par de botones por la aparatosa caída, aun sonriéndole al lindo muchacho que tenía en frente.

—Sí, claro, y está de buen humor, aprovecha. —Rolf sonrió por última vez, y se alejó de Hermione dejándola algo alumbrada.

La chica mas recompuesta después del choque con aquel adonis caminó el par de pasos que la separaba de la puerta y tocó dos veces.

—Pasa Rolf... —Se escuchó desde dentro.

Hermione giró el pomo y pasó encontrándolo de espaldas, parado frente a su escritorio pasando hojas o eso parecía.

—No es... Rolf. —Ron volteo instantáneo a verla y sonrió ampliamente.

—Hey... Estas viva, pensé que el tiranosaurio que tienes por novio te había matado por tu obvia infidelidad. —Aquello último lo dijo poniendo los ojos en blanco.

—Te pudo haber golpeado, de hecho no sé como no lo hizo, él es... Temperamental. —Hermione recordó por un par de segundos al par de chicos de los cuales Cormac había hecho una masa de golpes, solo por rondarla un poco, debía admitir que era un idiota.

—Hermione tengo manos y ese tipo es un marica impotente... Lo siento, sé que es tu novio, pero para tratarte como lo hizo, debe serlo. —Hermione frunció el seño evidentemente contrariada, más que molesta.

—No lo conoces, no hables así de él.

—Como quieras, es tu vida... Por cierto, ¿Quieres aun mi regalo de disculpas?, ¿Estoy disculpado? —La chica sonrió recordando las breves palabras en el aula de clases antes de la entrada del huracán Cormac.

—Sí por favor, siento haberlo dejado botado. Fue increíble, y estas disculpado... Solo si no te vuelves a desnudar sin mi permiso, o a menos que haya una grabación, o lo que sea que hagas. —Ron exhaló una carcajada, y cogió el paquete que se encontraba sobre su escritorio.

—Vale solo cuando me digas que me desnude... Y lo harás. —Hermione rodó los ojos y Ron alzó las manos en son de paz. — Por ahora, y mientras espero esa maravillosa orden, tengo que preguntarte... —Con una mirada solemne el pelirrojo hincó su rodilla derecha en el piso a modo de chiste, y miró a la chica— ¿Quieres ser mi asistente de una vez por todas?

Hermione casi pierde la vista en esa habitación con la cantidad de veces que había rodado los ojos, pero aquello había sido el colmo. Aun de pie en aquella oficina asintió riendo.

—Sí, Ron...

—Y además me has llamado por mi nombre corto, eso es todo un paso. —Con poca dificultad se levantó quedando a la altura de la muchacha.

—Ahora dime,  ¿Cuáles serán mis tareas además de comprar tus cochinadas? —Hermione con bastante más confianza se sentó en la butaca frente al escritorio.

—Por hoy, ya que te quedas, sólo necesito organizar estos contratos, —Señaló una pila pequeña de carpetas— Y estas fotografías. —Al igual que con el montón anterior, Ron señaló algunas instantáneas que estaban sobre su escritorio.

— ¿Cómo se supone que ordene las fotos? —Ron sonrió y caminó hacia la biblioteca que se encontraba tras la silla de su mesa de trabajo, sacando otro folio un poco más grande pero igual de pulcro que las que había señalado.

—Mira, estas son imágenes de actores y actrices, de cara y cuerpo completo, detrás de ellas, se encuentran sus nombres, teléfonos, descripción y los trabajos que han hecho para mí. —A medida que iba destacando, señalaba en el reverso de las fotografías los datos ante la atenta mirada de Hermione— Lo único que deberás hacer es organizarlos alfabéticamente por nombre, y dentro de esos nombres por edad, y en la edad la cantidad de veces que han trabajado para mi, ayúdate con la computadora por supuesto.

Hermione notó que las fotos traían imágenes de personas desnudas en poses algo sexys, pero comprendió que debía dejar de preguntar, porque desde que había conocido a Ron, preguntar se convirtió en el detonante para cualquier cosa, desde peleas, hasta explicaciones que definitivamente decidió obviar.

— ¿Que harás tú? —Preguntó tomando la pila en sus manos decidiendo que eso sería lo más complicado de todo.

—Debo supervisar la grabación de un nuevo tipo de escenas cortas. —De nuevo, no pensaba preguntar así que simplemente asintió y dirigió su mirada a las fotografías.


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En general Luna odiaba todo lo relacionado con el estrés, eso incluía las tareas, el tráfico, el trabajo y a Filch, sin contar las largas horas de espera que de vez en cuando debía pasar en el mecánico porque su auto nazi la dejaba botada, pero había algo que lograba sacarla de sus casillas más que todas esas cosas, y ese era Cormac.

Luna pitaba una y otra vez pidiéndole al señor por que los autos avanzasen antes de que su tiempo de vida caducara, además  de ello quedaba por descartado que su humor de perros lo había provocado Hermione, y a su vez Cormac, ella simplemente había dejado todo tirado por ir detrás de él, así que cuando la clase terminó sólo salió rumbo a la cafetería.

Jamás se había llevado bien con el rubio, de hecho llevaban una relación de bastante distancia, hipocresía y respeto por Hermione, pero ambos sabían que el otro era una escoria traída del inframundo solo para arruinarles la vida, aunado al hecho mismo de que por otro lado, Luna sentía real hermandad por la castaña, y veía como el rubio era la pérdida de tiempo más grande que había aparecido en el camino de su amiga, no obstante, no podía interferir en el curso normal de la situación, conocía los sentimientos de Hermione, y no podía romper su castillo de naipes, así que optaba por cerrar la boca, y dejar que la impotencia pasara.

Los autos por fin se movían, pero  el gran tráfico y la hora no ayudaban, y justo cuando las cosas no podían ir peor, su teléfono repicó por quinta vez.  Luna cogió el aparato sin fijarse en la pantalla, no lo necesitaba, así que luego de correr el botón en la ilustración táctil lo colocó en su oreja derecha.

—Papá ya sé que llego tarde, pero el tráfico es un infierno, además de que Hitler anda un poco ahogado. —Escuchó el resoplar de su padre una vez más en aquel día y cerró los ojos recostando su cabeza en el asiento.

— ¿Por qué no dejas el auto aparcado y llegas caminando? , necesito que llegues de una vez.

—Ya lo intenté, pero no hay plazas, dame diez minutos por el amor de dios... —Dijo algo exasperada.

—Vale, pero por favor apresúrate.

—Está bien, adiós. —Luna cortó la comunicación y pisó la bocina a fondo, ganándose la mirada de desaprobación de muchos transeúntes.

Xenophilius Lovegood, era un hombre medianamente conocido por su excentricidad, y rápido ascenso en la rama de la comunicación. Fundó el  Quisquilloso, y en poco tiempo se había vuelto uno de los periódicos más importantes de Londres, sin embargo deseaba expandirlo. No era conocido por su gran capacidad de estresarse pero aquel día era distinto, se llevaba a cabo una gran rueda de prensa donde Lucius Malfoy anunciaría grandes planes para la ciudad, y cambios en leyes, pero todo aquello se llevaba acabo en las instalaciones del periódico, además del hecho de ser quienes llevarían la cobertura impresa completa del cumpleaños de Bellatrix Lestrange. Así pues la desesperación estaba a la orden del día.

Luna logró aparcar por fin en las inmediaciones del periódico de su padre, bajándose de Hitler, y rodando los ojos por la segura multa que le darían, por la gran cantidad de humo negro que botaba el pequeño y destartalado Volkswagen escarabajo del 66. No era que no tuviese dinero para otro auto mejor, pero ese se lo había regalado su madre por su cumpleaños número dieciocho, y poco después murió de un rápido cáncer, así que lo cuidaba y reciclaba la cantidad de veces que fuese necesario, era el recuerdo más tangible que tenía de ella, y por otro lado desde que se había independizado, no era mucho lo que podía hacer con el sueldo que su padre le daba, pues se negaba a recibir dinero sin esfuerzo.

La chica abrió la puerta del edificio neoclásico corriendo por el lobby, y saludando al vuelo a todos los que veía. Subió las escaleras como un tornado y literalmente aterrizó en la segunda planta esquivando secretarias hasta llegar a la sala de prensa, donde su padre y otras cincuenta personas estaban. El señor Lovegood se encontraba sin saco, con la camisa arremangada hasta los codos, y con su coleta de caballo ya desaliñada revisaba los últimos preparativos para el arribo del señor Lucius Malfoy.

— ¡Ya llegué! —Gritó la chica desde mitad de sala, haciendo que todos la mirasen y que Xenophilius, levantara las manos al cielo.

—Gracias a Dios, por favor ve y está pendiente de que el señor Malfoy sea bien recibido. —Luna, al igual que cómo llegó, corrió a servicio donde se arreglo un poco y luego salió pitada a la entrada, donde se suponía debía llegar el visitante del momento, por más aburrido que le pareciese.


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Cormac caminaba apresurado para llegar a su casa, necesitaba comenzar los deberes del día siguiente, y estudiar para un examen, así que lo esperaba una larga noche por delante, y peor aun después de la pelea con Hermione no podía dejar de pensar en la reacción tan certera de la chica, la cual le causaba gran preocupación, era la primera vez que reaccionaba de esa manera, y no se podía permitir perder el favor de  sus padres dejando ir a Hermione, eso sería desastroso para él y mas con su pasado.

Su teléfono vibró en su bolsillo haciendo que se detuviese por unos segundos mientras revisaba el mensaje de texto que le había llegado.


"Snape sabe que nos acostamos"


— ¡Malditasea! —Exclamó en mitad de la calle sintiendo como su futuro peligraba a varios niveles.

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Mas repuesto de lo que generalmente estaba, Draco terminó de vestirse en casa de su amigo cuando su móvil sonó en el mesón de la sala.

Corrió a cogerlo pensando que sería Rolf, sin embargo la odiosa cara de su padre aparecía en la pantalla. Con desdén atendió.

—¿Dónde demonios se supone que estas?

—Por ahí... —Respondió seco a la pregunta obstinada.

—Te dije pedazo de inútil que te quería a mi lado en la rueda de prensa.

—Pues no podre verte, aun estoy pasando la resaca, ¿realmente quieres mi cara y aliento a tu lado en un acto tan importante?

—Te juro que si no vas en el cumpleaños de tu tía no hoces aparecerte de nuevo con el apellido Malfoy. —Malfoy padre cortó de golpe la comunicación y dejo al hijo más preocupado de lo que realmente deseaba admitir.

Draco conocía los límites de su padre para con sus actos, así que siendo consciente de que le había fastidiado la paciencia a su progenitor más de lo legalmente permitido, y no dispuesto a perder su más que jugosa cuota financiera, se resignó a que debía conseguir un traje para aquella... Hermosa noche, si se le podía llamar así, además de que no iría solo a ese foso, Rolf iría con él sin importar su opinión.

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Hermione podía decir que el trabajo era pesado, pero mentiría como solo un mitómano lo sabe hacer. Había pasado el tiempo archivando un documento tras otro de los actores y actrices de la firma, pero como no todo podía ser color de rosa, los gemidos que se dejaban colar claramente a la oficina de vez en cuando la desconcentraban bárbaramente.

Cuando por fin terminó su jornada laboral, salió de la oficina encontrándose con los actores siendo atendidos por asistentes, incluyendo al chico que había estado frente a ella cuando llegó, la diferencia es que estaba desnudo y ella no podía evitar sonrojarse de manera abrumadora. 

Se acercó a Ron quien la miró, y luego desvió su vista al reloj sonriendo.

—Así que por fin terminaste un día como asistente... Genial chica lista. —Hermione sonrió ante el cumplido aun sonrojada— Se que lo que hiciste hoy es aburrido, pero la semana entrante comenzaremos con los trabajos de verdad y todo será divertido.

En lo profundo de su ser Hermione sintió que aquello divertido para Ron era quizás no tan genial para ella, sin embargo prefirió callar.

Hermione por otro lado había notado algo que si la aterró, una de las asistentes recogía la ropa de cama e interior que habían usado los actores durante el rodaje, y con cara de asco miro a Ron.

— ¿Yo no tendré que recoger la ropa con la que... Ya sabes... Trabajas, o si? —Ron volteo algo confundido, hasta que dio con el trauma de la castaña y negó con la cabeza.

—No mujer, eso es mantenimiento, tu eres mi asistente, no mi servicio. —La chica exhaló de tranquilidad, y luego se centró de nuevo alzando su mano.

—Bueno, ahora si me voy.

—Hey, ¿Por qué no simplemente esperas, y yo te llevo a tu casa? —Hermione lo sopesó por un segundo, pero luego decidió que  no era buena idea, así que con toda la educación posible...

—No te preocupes, ya he pedido un taxi. —No era verdad, aun no tenía para darse ese lujo, pero Ron con el seño fruncido pareció entenderlo y con un beso en la mejilla se despidió de ella.
—De acuerdo, feliz noche.

—Igual Ron... —La chica, retomó su camino no sin voltear a ver el set de nuevo...


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