miércoles, 23 de diciembre de 2015

Técnicamente Desahuciada


 — ¡Granger! —Hermione se maldijo internamente por no haber tenido más cuidado con su hora de salida, pero ya lo hecho, hecho estaba.

—Sí, señor Filch.

—Mi  dinero. —El viejo y osco hombre tenía la mano extendida y el labio superior contraído.
¿Que se suponía que debía decirle?

—Necesito un día más por favor.  —con las manos juntadas en súplica Hermione pedía algo que ni siquiera era realmente posible. ¿Tiempo para qué?, No conseguiría el dinero de ninguna manera.

—Tienes hasta media noche para pagarme, de lo contrario mañana te largas. —Hermione intentó decir algo más  pero Filch dándose media vuelta caminó hasta su propio apartamento, sin intención de ceder.

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—Preciosa, sabes que realmente no tendría problema en darte el dinero, pero...

—Tienes que pagar la matrícula, ya lo sé Cormac.

Cormac McLaggen, alto, rubio y acuerpado, se encontraba recostado en el marco de la puerta de su aula de matemáticas, torciendo el gesto, por el evidente disgusto de Hermione.

—¿Ya se lo pediste a Luna? —Intentando encontrar soluciones el chico le extendió su teléfono celular para que llamara a la rubia.

—Ese fue mi primer recurso... ¿Que se supone que voy a hacer?, si no pago hoy, me desalojan.

—En tal caso vendrías a vivir conmigo. —Para Cormac era muy simple, y sería lo mas lógico después de tanto tiempo de relación, pero Hermione quería terminar la universidad primero, y luego estaba el tema de las dudas sobre el noviazgo.

—Luego discutimos eso... Además, Luna ya me dijo que podía vivir con ella y creo que sería más conveniente. —Esquivó la castaña.

—Como quieras, pero ya va siendo hora de que formalicemos nuestro compromiso. Hermione quien había estado mirando al infinito volteo lentamente y lo miró a los ojos.

—¿Nuestro qué?

—Hermione ya sabes de lo que hablo, no es la primera vez que hablamos de compromiso. —El rubio se  cruzo de brazos.

—Ya lo sé, pero realmente crees que es un buen momento para pensar en eso, tenemos la universidad, y luego el tema del dinero, por favor se consciente.

—Hermione si esperamos a ser millonarios para casarnos, no lo haremos jamás.

—Ese no es mi punto Cormac, solo digo que deberíamos esperar a acabar la universidad. —Hermione quien también se había cruzado de brazos tenia la mirada baja hacia sus zapatos esquivando la del chico con la esperanza de que no viese su enorme duda.

—Como digas... —Cormac visiblemente molesto, miro hacia su derecha, donde divisó a  su profesor dirigirse al aula— Debo irme.

Hermione solo asintió, y se acercó para despedirse con un beso en los labios, pero el rubio lo desvió hacia un frio contacto en la mejilla, y antes de que siquiera se diera cuenta Cormac iba a mitad de salón de clases.

Hermione tomó aire profundamente y comenzó a caminar hacia su clase de derecho romano, tratando de sacar de su mente otro problema más y sin saber cómo pagar su residencia.


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La mañana de Ron había sido un verdadero desastre, sin una asistente y con un Harry que debía estar tomando junto a su hermana un vuelo hacia América, estaba completamente sin apoyo dentro del set de grabación.

— ¿Habrá alguien que me pueda dar una tasa de café por favor? —Preguntó al aire mientras caminaba rápidamente a atender una llamada que sonaba en su oficina.

Descolgó el auricular aun con la esperanza de recibir la bebida energizante en algún momento, pero con pocas posibilidades.

En el set de grabación, había un gran problema, todos tenían un trabajo asignado que debían cumplir cronometradamente, de esa manera se evitaba perder  dinero. Si bien Ron había comprado muchos equipos, algunos eran alquilados, por otro lado el sueldo de algunos empleados era por hora y no por contrato, cosa que también podía generar pérdidas, por esa razón, era poco probable que consiguiese una taza del tan preciado líquido, todo el mundo estaba ocupado; además de ese hecho, Ron debía comprar ciertas cosas, como preservativos, lubricantes, gel, todo aquello que sirviese, y si bien aquello iba por parte de la logística, el era sumamente quisquilloso con algunas cosas como, su propia marca de preservativos, le gustaban unos en específico, y  le suponía una tortura tener que usar los genéricos. Para eso estaba una asistente, ella haría sus compras personales y los demás actores tendrían sus propios asistentes para hacerlo por ellos, así de simple, pero  no tenía la de él y se estaba volviendo loco.

—Diga. —Contesto de mala gana.

—Te  noto malhumorado hermanito. —Fred  Weasley hablaba del otro lado del teléfono con tono burlón y poco condescendiente.

—Al punto Fred, no tengo una buena mañana. —Ron masculló lo ultimo apresando el auricular.
—Vale, mamá te quiere esta noche en casa para comer, y dice que no le importa lo que tengas que hacer, que si no estás ésta vez habrá problemas.

—Maldición.

—Esa boca Ronald Weasley. —Fred imitando a su madre reía del otro lado.

—está bien, dile que ahí estaré... ¿a qué hora exactamente?

—Al menos las ocho de la noche.

—Bien, adiós idiota.

—Yo también te amo precioso. —Ron tiró el teléfono y se colocó las manos en la cintura agobiado.

—Se suponía que esto era simplemente acostarme con hermosas mujeres y que me pagaran por ello... Debí ir a la universidad. —Con aquellas palabras se dio media vuelta y caminó hacia la puerta donde se recostó en el marco mirando a todos lados, pero nadie parecía estar buscando una taza de café...

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Hermione se encontraba en el casino de la universidad, tomaba una taza de té muy caliente mientras que movía su pierna derecha de forma compulsiva en el asiento, hasta que la mano de Luna se posó sobre su rodilla.

—Basta... —Dijo la rubia fastidiada del constante golpeteo en el suelo.

—Lo siento, es que no se qué hacer, ya he hablado con todo los que podía, Cormac, tú, mis padres están fuera de la lista, a éste paso seré una desahuciada mañana.

—Bueno, no has hablado con todo mundo.

—Ya te dije que no estaba en discusión lo del empleo de asistente. —La rubia rodó los ojos y tomó aire.

—Eso fue esta mañana Hermione, cuando aun tenias personas a quien pedirle un préstamo, ahora, bueno...Eres técnicamente según tus propias palabras una desahuciada. —Hermione la miraba con los ojos entrecerrados, un poco enojada, pero con la conciencia cierta de que Luna podría tener razón. — Santa madre Hermione el hecho de que trabajes como asistente de ese hombre no implica que te vayas a acostar con él frente a una cámara.

—Es decir que si me acostaría con él fuera de un set. —Replicó la chica.

—Sabes que no es eso a lo que me refiero.

—Comprendo tu punto, está bien, pero no implica obtener el préstamo solo por aceptar el empleo.
—Quizás no, pero es la única posibilidad real que tienes.

—¿Y si no me dan el adelanto?

—Bueno, hagamos un pequeño ejercicio, ve y dile lo que necesitas, y que si te lo dan aceptas sin poner trabas...

—Claro y es tan fácil. —Masculló sarcásticamente la castaña.

—Pues no sé si es fácil, pero te repito, es la única alternativa que te queda, eso, o un hermoso desalojo por parte de Filch.

Hermione suspiró y dio un último trago a su bebida, antes de levantarse sin darle respuestas a la rubia, pues prefería no pensar lo que estaba a punto de hacer.

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—Dean, ¿has visto mi celular?, no tengo idea de donde lo dejé.

—No, jefe.

Dean Thomas, el jefe de sonido, era un hombre alto, pero de contextura delgada a pesar de su piel morena. Había estado observando cómo Ron tenía todo el día de un lado para el otro, sin parar.

—Se va a volver loco. —murmuró a Seamus Finnigan su compañero más cercano de trabajo.

—Es una lástima que haya despedido a Lavender, no solo era buena, sino que estaba buena. —Ambos chicos se miraron ante el juego de palabras y rieron sonoramente.

Ron quien había entrado en su oficina, buscando el que denominaba, "maldito celular", escuchó como el intercomunicador sonaba.

— ¿Si? —Dijo tomando el auricular, mientras seguía revolviendo su escritorio.

—Señor Weasley, aquí hay una chica que desea verlo.

Había muchas mujeres que podían querer verlo, pero él no estaba de humor para atender a nadie, así que sin contemplación sonrió.

—Dígale que se vaya.

Del otro lado Hermione podía escuchar claramente, y se sintió tan ofendida como decepcionada, oficialmente debía ir a vivir con Luna o Cormac.

—Ya ha escuchado... Lo siento señorita. —Decía el vigilante con cierto pesar.
—Ni siquiera le ha dicho mi nombre.

—Créame cuando le digo que no hace falta, el señor Weasley generalmente no acepta a nadie que no venga con un contrato firmado por él.

—Ya veo, aun así gracias.

Ronald quien había ya trancado la comunicación revolvía una y otra vez las gavetas, pero no lograba encontrar nada.

—Se acabó, comprare otro. —¿Podía darse el lujo de comprar un teléfono nuevo así como así, por el simple hecho de no buscar?, la respuesta era si, el problema es que Ron era demasiado impulsivo como para darse cuenta de que perdería todos sus contactos, y sin una asistente que llevara su agenda seria mil veces peor.


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El día de Ron transcurrió algo más ligero que en la mañana, de hecho, las escenas grabadas, habían salido rápido y sin percances del tipo disfunción eréctil, o algo por el estilo. Así que al salir del set, lo hizo lo que él consideraba como temprano, las diez de la noche.

Justo antes de cruzar la valla de salida,  en su auto sonó el repique en la guantera, y dándose con la mano en la frente, recordó que lo había dejado aquella mañana allí antes de entrar al aeropuerto con Harry y Ginny.

Tomo el aparato y reconoció un numero extranjero, seguramente serian ellos.

—Diga.

Del otro lado del teléfono la voz de Harry sonó.

—Amigo, ya hemos llegado.

—Excelente, ¿qué tal el vuelo? —Preguntó aun con el auto parado en la salida del set.

—Bien, aunque Ginny se quedo dormida en mala posición, y termino con un espantoso dolor de cuello, pero ya estamos en el hotel.

—Pues me alegro... Descansen entonces.

—Gracias, igual para ti, te llamo mañana para contarte como a estado todo por aquí.

—Para restregarme querrás decir. —Bromeó el pelirrojo.

—Si, eso mismo... —Rio el chico de lentes del otro lado de la comunicación.

—Adiós Harry. —Finalizó el pelirrojo entre risas.

—Vale, Adiós. —Ronald corto la llamada y movió la cabeza de un lado a otro con una sonrisa en la cara, justo antes de poner en marcha el automóvil y colocarlo frente a la valla de salida.

—Hasta mañana señor Weasley. —Despidió el vigilante.

Ron alzo la mano y adelantó el coche, pero antes de seguir retrocedió lo justo.

—Mike, ¿Quien era la chica que vino hoy?

—No lo sé señor, solo pregunto por usted, y nada más.

—¿No dijo para que era?

—No pero se veía algo ofendida cuando escucho su rechazo.

— ¿Ella escuchó? —El vigilante se rasco la cabeza y asintió—. Bueno pues ni modo, ¿ Y recuerdas como era?

—Ah eso sí, ella era castaña, delgada, bonita, y creo haberla visto el día que buscaba usted asistente. 

—Ron abrió los ojos como platos, ¡Claro que reconocía esa descripción!

—¿Tenia el cabello por los hombros, ojos chocolate? —Se quisó asegurar.

—Ehh, si, aunque no estoy seguro de los ojos.

Ron dio un golpe seco al volante y retrocedió el auto de golpe, rogando porque Harry tuviese aun su hoja de vida, y con una foto, porque definitivamente no recordaba su nombre.

Con el auto aun de retroceso, aparcó frente al edificio donde estaba la oficina de Harry, bajó dejándolo encendido, y corrió escaleras arriba.

Podría parecer desesperado y lo estaba. Quizás debía esperar hasta el día siguiente, pero y si la chica simplemente se iba de viaje, o desaparecía, estaba tan necesitado que cualquier hipótesis era aceptable.

Ron llego corriendo a la antesala de la oficina de Harry, donde se encontraba el escritorio de Petunia;  allí sin mucho preámbulo, abrió los cajones encontrándose con una cantidad ridícula de archivos, así que buscando uno por uno los sacó, pero solo se trataba de cuestiones  ajenas a las que él buscaba, lo mismo sucedió en la mesa, que estaba bastante limpio, así que no fue mucho lo que encontró allí.

Con la mirada puesta en la puerta de vidrio de la oficina de su mejor a amigo, quizo entrar pero estaba cerrada con llave.

—¡Maldición! —Sacó el teléfono de su bolsillo con la intención de que solucionaran su problema.
Tras un par de repiques se escuchó la voz de Mike del otro lado.

— ¿Si?

—Mike es Ron, ¿Quien está de guardia esta noche en el edificio tres?

—Zabini, si no me equivoco. —Dudó el chico.

—Bien, llámalo y dile que venga a la oficina de Harry inmediatamente, y que se traiga los juegos de llaves.

—Muy bien. —Tras el pitido de corte, Ron coloco sus manos en la cintura, pasándose la mano por el cabello, con fastidio.

Estaba seguro de una cosa, y es que nunca mas despacharía a alguien como lo hizo aquella tarde, sin antes saber al menos su nombre, había sido un completo idiota, y esa estupidez, le estaba haciendo correr como si fuese la última vez.

Caminó hacia la ventana fijándose en todo lo que estaba a su alrededor, las paredes azul oscuro, y los muebles, blancos o grises; debía decirlo, Harry tenia buen gusto, no como su oficina, que si decía la verdad era un verdadero cuchitril; no la pintaba hacia más de dos años, y los colores iban del amarillo al verde desvaído.

Mientras seguía  perdido en sus pensamientos, Zabini entro por la puerta tocándole el hombro para hacer que girase.

—Señor, ¿me llamaba?

—Si, Zabini por favor abre la oficina de Harry necesito un documento de ahí. —El moreno sacó el juego de llaves que tenía en el cinturón, y se acercó a la puerta—. Y por favor ayúdame a buscar.

— ¿Qué es exactamente lo que buscamos? —Preguntó el chico encendiendo luz del espacio.
—Una hoja de vida, no sé si tiene foto.

— ¿Y qué nombre tiene?

—Para ser sincero, no tengo idea, se supone es algo así como Helena, o Eleonor, no estoy muy seguro.

— ¿Sabe al menos como es ella? —Los datos que le había dado no servían de nada, con la cantidad de mujeres que trabajaban y trabajaron para la empresa, podía haber cientos de Helenas, y Eleonor.

—A eso si lo sé, ella es bonita, blanca rosada, castaña, con facciones delgadas. Bien, sé que eso no ayuda en nada, pero si encuentras alguien así en las hojas de vida me avisas.

—Está bien, pero... ¿donde están?

—Eso tampoco lo sé, pero busca allí  —Señaló la biblioteca—, y yo lo haré aquí. —Dijo señalando hacia el escritorio de Harry.

El chico asintió y se dirigió a donde le habían dicho, mientras Ron comenzaba a revisar una pila de papeles sobre la mesa del chico.

Uno tras otro durante más de veinte minutos, pero ninguno era una hoja de vida, lo mismo para Zabini, que ya había sacado varios libros, y acomodado otros.

—Mira la hora, santo dios. —El moreno alzo su brazo por acto reflejo, y observó que ya casi eran las doce la noche.

— ¿Qué pasa con la hora? —Ron meneo la cabeza de un lado a otro.

—Nada, sigue buscando.

—Lo haría pero aquí ya no hay nada más, ¿qué tal si llama al señor Potter y le pregunta?
Era bastante tarde y Harry debía estar durmiendo, pero no tenía de otra, necesitaba esa dirección para al menos ira primera hora a su casa.

Con el teléfono de la oficina marcó el número del hotel donde se estaban quedando él y su hermana. Tras unos cuantos repiques hubo respuestas del otro lado.

—Hotel Waldorf, buenas noches.

—Buenas noches señorita, necesito que me comunique con la habitación del señor y la señora Potter, dígale que es Ronald Weasley.

—Permítame unos segundos por favor. —La llamada quedó en un silencio que suponía, sería el de la chica buscando si ellos se hospedaban allí, y luego el de preguntarles si querían hablar.

Tras lo que Ron definió mentalmente como una eternidad, un somnoliento Harry atendió.

— ¿Que sucede Ron?

—Lo siento amigo, pero necesito la hoja de vida de la última chica que me enviaste para asistente.
— ¿Acepto? —Harry más despierto se sentó en la cama con cuidado de no despertar a Ginny, quien dormía sobre su pecho.

—Algo así, después te explico, pero dime donde está la maldita hoja.

—La boté.

— ¡No puede ser! —Exasperado y sin esperanzas Ron se sentó en el mueble de la oficina con una mano en la frente, delante de la mirada atenta de Zabini.

—Pero... Si mi papelera aun está llena, puedes buscar ahí. —Como si lo hubiesen golpeado, Ron saltó del asiento buscando la papelera aun con el teléfono en la oreja.

— ¿Cómo se llama la chica?

—Granger... Creo

—Vale, gracias Harry, descansa. —Con la mirada puesta en la papelera llena aun, se dirigió hasta ella.

—Mañana me cuentas, adiós Ron. —La llamada se corto y Ron colocó el teléfono en su pantalón, sacando papel tras papel y alisándolos. — ¿Cómo es que no limpiaron ésta oficina?

—Nadie me pidió que la abriese para limpiar.

—Ya veo. —Eso estaba mal, tendría que hablar con mantenimiento al día siguiente, pero por ese momento le rezaría al cielo, por la ineficiencia, pues en sus manos y algo manchada de café se encontraba la hoja de la chica que necesitaba con una foto que la identificaba. —Hermione Granger...

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—Señor Filch, por favor, decía la chica persiguiendo al hombre escaleras abajo.

—Mañana te vas Granger, así de simple. y tras un portazo final le cerró la puerta en la cara a la castaña que derrotada se sentaba en las escaleras.


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1 comentario:

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